LA SORPRESIVA LLUVIA DE METEOROS DE LAS PERSEIDAS
Miguel Gilarte Fernández
Una nueva e inminente lluvia de meteoros o estrellas fugaces, como se conoce por el público en general, nos puede deparar nuevas e interesantes sorpresas, ya que ha habido casos anteriores en los que se ha convertido en todo un espectáculo celeste.
En el año 2011, la lluvia de las Dracónidas sorprendió a neófitos y científicos cuando en la noche del 8 al 9 de 0ctubre se pudieron contemplar más de 400 meteoros por hora. Entró en la atmósfera una tonelada de material procedente del cometa 21P/Giacobini-Zinner (por eso esta lluvia también es llamada Giacobínidas).
En realidad, todos los días intentan entrar varias toneladas de material procedente del espacio exterior, material que en su mayoría procede de los cometas, aunque cae de forma muy dispersa e incluso en pleno día, por ello no podemos hablar de lluvias de estrellas fugaces todos los días.
La lluvia de las Dracónidas se produce en la constelación del Dragón, que este año está sobre nuestra cabeza nada más caer la noche, lo mejor es mirar hacia arriba y hacia el norte, la noche del lunes 7 al martes 8 y la del martes 8 al miércoles 9 de octubre.
Pero a pesar de la enorme conmoción que creó la lluvia de las Dracónidas en 2011 por la cantidad de meteoros y el brillo de muchos de ellos, destacó la aparición descomunal de un bólido que se hizo tan brillante como la Luna, que era visible en aquel momento y que mostraba tres cuartas partes de su superficie; entre cuarto creciente y llena. Fue observado en España y se le llamó “Lebrija” ya que sobrevoló esta localidad sevillana, situada a 78 km de la capital.
Se calculó el tamaño y peso de esta roca, y resultó ser de medio metro de diámetro y 6 kg de peso, algo muy anormal en una lluvia de meteoros, ya que casi todos suelen ser del tamaño de un grano de arena o de una lenteja. El estudio de la lluvia de las Dracónidas de 2011 desplegó un amplio dispositivo científico en España, empleando cámaras de vídeo-detección. Fue dirigido por Josep M. Trigo Rodríguez, científico titular del Instituto de Ciencias del Espacio (ICE, CSIC-IEEC).
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Descripción |
Las lluvias de meteros en ocasiones deparan este tipo de sorpresas, ya que los cometas no dejan siempre un rastro uniforme de partículas por el espacio, sino que crean “bolsas” de escombros densas, debido a una actividad rápida e inusual que ocurre en la superficie del cometa cuando el hielo se sublima y se convierte de forma automática por el calor del Sol en gas, eyectando en forma de géiseres todo tipo de partículas de la superficie del cometa. Cuando la Tierra atraviesa una de estas “bolsas” de escombros, el espectáculo es inenarrable. La lluvia de 2011 está considerada como una de las mayores de la última década.
Tormentas de meteoritos
Pero aún hubo más; en los años 1933 y 1946, se observaron tormentas meteóricas (una tormenta meteórica debe producir al menos 1.000 meteoros a la hora), es decir, verdaderas lluvias de meteoros, que llegaron en 1933 a contabilizarse una media de 10.000 por hora, se trata pues de una de las lluvias más masivas de la historia. En 1946, aún más numerosa con 12.000 meteoros por hora.
Es muy difícil predecir qué ocurrirá en 2013. Las lluvias de estrellas fugaces son muy cambiantes en cuanto al número de meteoros por hora. La última vez que el cometa se acercó al Sol, fue el pasado año y mientras más cerca esté el paso de un cometa, más material hay flotando en el espacio.
Las Dracónidas es uno de los espectáculos más bellos del cielo, porque sus meteoros son de los más lentos de cuantas lluvias existen. Recorren “solo” 20 km/s, mientras que en otras lluvias sus meteoros lo hacen a más de 70 km/s. Es decir, la mayoría de los meteoros de otras lluvias apenas son perceptibles, solo un trazo en una fracción de segundo, pero los de las Dracónidas se deslizan por el cielo suavemente, sin prisas.
El cometa 21P/Giacobini-Zinner es el progenitor de esta interesante lluvia de meteoros y uno de los más estudiados. Descubierto el 20 de diciembre de 1900 desde el Observatorio de Niza en Francia, se trata de un cometa periódico, girando alrededor del Sol cada 6,621 años. Cada dos revoluciones alrededor del Sol, el cometa se aproxima a la Tierra y es observable, aunque ronda la magnitud 9, es decir, hay que emplear al menos un pequeño telescopio para verlo. Solo en su paso de 1946 por las proximidades de la Tierra, alcanzó la magnitud 6, al límite de la visibilidad sin instrumentos ópticos. Se interna en la órbita de la Tierra, Marte y su punto de máximo alejamiento está en la órbita de Júpiter. De hecho la gravedad del gigante Júpiter está afectando a la órbita del cometa, de modo que la distancia a la que pasa por las proximidades del Sol se acorta y se alarga continuamente.
Júpiter suele hacer esto con muchos cometas. Cambiando en ocasiones de forma drástica su órbita, o incluso atrayéndolos de tal forma que impactan sobre él. Podemos afirmar que Júpiter es nuestro gran salvador, ya que modifica las órbitas de los cometas y muchos son lanzados al espacio exterior, es decir, la gravedad del planeta impide que muchos lleguen a las proximidades de los planetas más próximos al Sol, como la Tierra. Se ha calculado que cada 30 millones de años un cometa impacta sobre la Tierra, sin la presencia de Júpiter la frecuencia podría ser mil veces mayor.
Cómo observarlas
Las Dracónidas se observan desde el hemisferio norte, desde el hemisferio sur son perceptibles no mucho más abajo de la latitud -10 o -15. Se contemplan mejor en las primeras horas de la noche. La Luna para 2013 no estorbará con su luz, ya que estará en fase creciente pero sólo con 3 ó 4 días de edad, por lo que este año es muy propicio para la observación. La Luna se ocultará bajo el horizonte antes de las 21.30 horas.
Aléjese de las luces de ciudades y pueblos. Mire hacia arriba y hacia el norte principalmente. El radiante, punto de donde parecen partir las estrellas fugaces, está en la cabeza de la constelación del Dragón, muy cerca de la estrella más brillante del cielo que tendremos sobre nuestra cabeza: Vega.
Si este año la lluvia es importante, tenga por seguro que verá un gran espectáculo, máxime cuando, como es el caso, las estrellas fugaces aparecen desde el cénit, sin tener el perjuicio como en otras lluvias, que se muestran muy bajas cerca del horizonte, donde la atmósfera es más espesa y normalmente son visibles las luces de las ciudades.
La mejor forma de observarlas es tumbados en una silla abatible.